martes, 23 de diciembre de 2008

HE RECIBIDO A UN ARGENTINAZO....










HE RECIBIDO A UN
ARGENTINAZO.
por:Arístides Rondón Velázquez

Alex Wall me dio detalles acerca de la visita que haría a Cuba Martín Sharples, un hombre que a pesar de sus limitaciones físicas resulta impresionante, llegó a la Ciudad del Che, pasó por la Plaza Ernesto Guevara, siguió hasta mi casa, procedente de La Habana, con escala en Playa Girón, luego de haber recorrido en su bicicleta 477 kilómetros, sin dar la mas mínima muestra de cansancio. Ese gesto constituyó su homenaje al 50 aniversario del Triunfo de la Revolución Cubana.

Conversamos, asistió esa tarde a un cumpleaños infantil donde aceptó un pequeño brindis y contó a los niños sus impresiones en la forma más comprensible. Había viajado desde la escuelita de La Higuera en donde fue asesinado el Che, hasta Buenos Aires, llegó a la Plaza de Mayo y de allí continuó viaje hasta la Plaza de los dos Congresos en donde en el kilómetro 0 totalizó 3 143 kilómetros. Era el 9 de diciembre de 2007, había salido de La Higuera justamente 2 meses antes.

Hubo otro recorrido interesante fue el que realizó desde Buenos Aires hasta Rosario el 14 de junio de 2008 para celebrar el 80 cumpleaños del Che. Esto es una proeza pero si quien lo hace es un impedido físico, entonces ya no sólo es tal: es una hombrada.

Martín es un patriota pues ha dedicado su acción no sólo a honrar al Che sino también a sus decenas de miles de compatriotas desaparecidos, especialmente Julio López cuya aparición con vida demanda, así como otras causas justas. El más ilustre de mis amigos argentinos será siempre don Ernesto Guevara Linch, pero el más tenaz será siempre Martín Sharples.

Hay hechos que lo identifican tal cual es: ante la disyuntiva de visitar una de las Playas más lindas del mundo, Varadero, o Playa Girón se fue a Playa Girón a rendir homenaje a los centenares de víctimas que una invasión organizada por el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica en abril de 1961, entonces yo estaba alfabetizando y él demoraría 5 años en nacer. Obviamente Martín no es de los turistas de Varadero, los que tienen mucha guita y no entran en contacto con el pueblo que ha sido sometido a casi 50 años de bloqueo por USA, él lo hizo para nutrirse de sus aspiraciones y conocer sus anhelos.

El día 19 de diciembre yo debía impartir una conferencia a estudiantes universitarios en la Sala Caturla, de la Biblioteca Provincial Martí, en esta Ciudad de Santa Clara, allí estuvo Martín y recibió un homenaje cálido de los jóvenes que se sintieron impresionados por su fuerza de voluntad tanto que debió firmar decenas de autógrafos. En ese lugar fueron expuestos al pueblo santaclareño las urnas que contenían los restos del Che y de sus compañeros. En el lugar exacto en donde estuvo la urna del Che se puso de pie respetuoso.

Hay, sin embargo, un momento de excepcional importancia en su visita al Memorial en donde descansan los restos del Che. Le indiqué el lugar exacto. Se situó delante de la efigie de su compatriota. Quedó mudo. Tocó el frío mármol en gesto de respetuoso saludo, rindió homenaje a los demás guerrilleros…pero volvió a situarse ante el Che, una Guía, por sugerencia mía se le acercó y le puso el brazo encima. Los ojos de Martín tenían un brillo que no volví a ver. Luego de unos minutos me dijo que había sentido una sensación de paz muy especial, que sus sentimientos aquí fueron opuestos a los percibidos en la escuelita en donde habló con la maestra Julia Cortés que alimentó al Che por última vez.

Hace muchos años leí una novela soviética de Boris Polevoi, titulada Un hombre de verdad, en donde se recrea la historia real de un piloto soviético derribado por el enemigo en los combates de la Segunda Guerra Mundial que perdió ambas extremidades inferiores y se propuso volver a volar y lo logró. Siempre admiré mucho al Piloto, tanto como ahora admiro a Martín. Estos hombres que tienen tanto coraje y fuerza de voluntad excepcional debieran ser más conocidos por todos, los niños de primaria que suponen que una tarea de matemática les es imposible hacerla, de de la Universidad que desaprueban y no insisten…los gobernantes que pudiendo carecen de voluntad. Nos hacen falta muchos hombres como Martín para cambiar el mundo.

Martín Sharples es ya otro de mis muchos hermanos argentinos, que no puedo mencionar, por fortuna, por ser larga la lista lo que me honra de manera extraordinaria. Este hombre sencillo y grande se va conociendo a este pueblo, a lo mejor de este pueblo, incluido uno de sus héroes el Coronel Juan Alberto Castellanos Villamar, Héroe de la guerrilla de Masetti, grande, sencillo también y accesible siempre para la familia guevariana, ha compartido con los pobres de esta tierra, que ya no lo somos tanto, apreciado sus problemas y visto su hospitalidad. Martín no es un turista extranjero, es un hermano argentino que es otra cosa.

Agradezco su gentileza y confianza pues me ha dejado bajo custodia su querida bici, llamada Pata Loca, que junto a la prótesis que lo acompañó en 3 960 kilómetros estará alguna vez expuesta al público aquí, entretanto voy a mi trabajo en Pata Loca, a veces, burlándome de mi menguada próstata de 64 años, incumpliendo las indicaciones de Guille mi urólogo, pero sobre todo rompiendo el bloqueo yanki que nos ha afectado el transporte en grado sumo.

Un pueblo que de hijos de la estatura moral de los argentinos que conozco merece un protagonismo muy activo en este mundo convulso que nos ha tocado, por suerte, para arreglarlo y dejar a nuestros hijos el mundo mejor, que es posible según Ignacio Ramonet y yo también lo creo así.

2 comentarios:

Betina dijo...

Aca desde Argentina leo con orgullo la nota que le hicieron a nuestro querido Martin y se me cae una lagrima, es un grande, cuidenlo y quieranlo como lo queremos aca. Abrazo desde Argentina.
Betina. Buenos Aires. Argentina.

SEGU dijo...

Muchas gracias Aristides, por este gesto de difundir y de describir de una forma tan certera, el alma y la conviccion de Martin.
Gracias tambien a Martin, por hacernos sentir tan orgullosos.
Gracias Betina, por compartir esta nota con todos nosotros.
Hay momentos en que uno no puede dejar de agradecer...y este es uno de ellos. Un gran abrazo.