jueves, 5 de marzo de 2009

Che: Doctor Honoris-Causa en Pedagogía

Cuando Ernesto Guevara llegó a las costas cubanas a bordo del famoso Yate Granma, al amanecer del 2 de diciembre de 1956, en Cuba había sólo tres Universidades Oficiales con una matrícula aproximada de 15.000 estudiantes, sólo una ínfima parte de los 6.000.000 de sus habitantes de entonces tenía el privilegio de matricular en la elitista Educación Superior. Entre las razones que lo animaban a luchar por poner en orden las cosas en Cuba, estaba precisamente la necesidad de que todos los cubanos pudieran estudiar. En el momento en que se produjo lo que el Che denominó con fina ironía naufragio, en Cuba había un millón de analfabetos.

Transcurridos 25 meses de una guerra en la que el Che jugó uno de los papeles más trascendentales, desde el inicio de la misma, el Argentino estaba ocupando la ciudad de Santa Clara, desalojando de la misma al Ejército de Batista, contribuyendo de manera decisiva a la destrucción de aquel régimen.

Desde ese 31 de diciembre de 1958 el Médico Guerrillero fue un ídolo para los cubanos y en especial para los habitantes de esta Ciudad, cuyos antepasados desde el lejano 1843 estaban clamando ante las autoridades coloniales españolas, primero y ante los nuevos gobernantes más tarde, por una Universidad, anhelo alcanzado sólo más de un siglo después de justas demandas pues la Universidad Central Marta Abreu fue inaugurada, de manera simbólica en 1948, en solemne acto efectuado en la Sala del Concejo del Gobierno Provincial. Con ese acto se oficializaba el inicio de la construcción de lo que sería el alto centro docente que luego de cuatro años de lento trabajo, inició sus actividades académicas el 1 de diciembre de 1952 con cinco facultades, entre las que estaba la de Pedagogía.

Es justamente en las instalaciones de esta Universidad donde el Che estableció su primera Comandancia, durante la Batalla de Santa Clara, el 28 de diciembre de 1958 y un rudimentario Hospital. Es imprescindible consignar que la casi totalidad del Claustro de Profesores estaba formado por ilustres académicos que no concebían la posibilidad de que en sus aulas estuvieran jóvenes humildes, negros, hijos de obreros o campesinos lo que sólo sucedía de manera muy excepcional. En la Facultad de Pedagogía había, sin embargo, un reducido grupo de esos muy calificados profesionales que tenían ideas revolucionarias.

En esta Facultad surgió la propuesta de conceder al Dr. Ernesto Guevara Serna el Doctorado Honoris-Causa en Pedagogía formulada por dos prestigiosos educadores cubanos: los doctores Séntola Ribalta Suárez y Emilio Plana Ruiz, la alta distinción sería entregada con motivo del primer aniversario de la batalla de Santa Clara. La propuesta fue aceptada por el Consejo Universitario el 1 de diciembre de 1959 en un hecho absolutamente inédito pues era la primera ocasión en que la muy selecta Enseñanza Superior de Cubana confería tan alta distinción a un luchador revolucionario que ya por esos tiempos, además, tenía bien acreditada fama de comunista; por otra parte lo hacía un centro al servicio de la burguesía muy vinculado a la Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica.
La mañana del 28 de diciembre de 1959 la Universidad Central y la Ciudad de Santa Clara esperaban el gran acontecimiento mediante el cual se rendía tributo al Che como le decía el pueblo al célebre guerrillero.


Llegada la hora del Acto Solemne se produjeron momentos inciertos. A instancias nuestras el entonces recién graduado Dr. Orlando Noriega Madrigal ha recordado para los lectores de Sudestada lo sucedido. Refiere el Dr. Noriega,

- Discutieron con el Che acerca de la necesidad de que debía colocarse la tradicional Toga y Birrete, conforme a la antiquísima norma protocolar, él aceptó tener la Toga en el brazo al hacer uso de la palabra en respuesta a las palabras de elogio que serían pronunciadas por el Dr. Planas Ruiz. Los padrinos serían los doctores Gertrudis Jiménez y Antonio Ginzo. En el Teatro no había capacidad para nadie más, presidían la Ceremonia todas las autoridades académicas, encabezadas por el Rector Dr. Mariano Rodríguez Solveira, que fuera Embajador de Cuba ante el gobierno de la República Argentina, así como el Alcalde de la Ciudad. Al llegar el momento de hablar el Che se dirigió al micrófono e improvisó de manera brillante un discurso en el que esbozó cual sería la política a seguir por la Revolución en la Educación. Lo hizo despojado de la Toga, no fue un desaire, era una manifestación de ruptura con un pasado definitivamente superado, resume el Dr. Noriega.

El discurso es el siguiente:

Queridos compañeros,
Nuevos colegas del Claustro y viejos colegas de la lucha por la libertad de Cuba.

Tengo que puntualizar como principio de estas palabras que solamente acepto el título que hoy se me ha conferido, como un homenaje general a nuestro ejército del pueblo. No podría aceptarlo a título individual por la sencilla razón de que todo lo que no tenga un contenido que se adapte solamente a lo que quiere decir, no tiene valor en la Cuba nueva; y cómo podría aceptar yo personalmente, a título de Ernesto Guevara, el grado de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Pedagogía, si toda la pedagogía que he ejercido ha sido la pedagogía de los campamentos guerreros, de las malas palabras, del ejemplo feroz, y creo que eso no se puede convertir de ninguna manera en un toga; por eso sigo con mi uniforme del Ejército Rebelde aunque puedo venir a sentarme aquí, a nombre y representación de nuestro ejército, dentro del Claustro de Profesores. Pero al aceptar esta designación, que es un honor para todos nosotros, quería también venir a dar nuestro homenaje, nuestro mensaje de ejército del pueblo y de ejército victorioso.

Una vez a los alumnos de este Centro les prometí una pequeña charla en la que expusiera mis ideas sobre la función de la Universidad; el trabajo, el cúmulo de acontecimientos, nunca me permitió hacerlo, pero hoy voy a hacerlo, amparado ahora, además, en mi condición de Profesor Honoris Causa.

Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba, y si este pueblo que hoy está aquí y cuyos representantes están en todos los puestos del Gobierno, se alzó en armas y rompió el dique de la reacción, no fue porque esos diques no fueron elásticos, no tuvieron la inteligencia primordial de ser elásticos para poder frenar con esta elasticidad el impulso del pueblo, y el pueblo que ha triunfado, que está hasta malcriado en el triunfo, que conoce su fuerza y se sabe arrollador, está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo la romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca.

Ese es el mensaje primero, es el mensaje que hubiera querido decir los primeros días después de la victoria en las tres Universidades del país, pero que solamente pude hacer en la Universidad de Santiago, y si me pidieran un consejo a fuer de pueblo, de Ejército Rebelde y de profesor de Pedagogía, diría yo que para llegar al pueblo hay que sentirse pueblo, hay que saber qué es lo que quiere, qué es lo que necesita y qué es lo que siente el pueblo. Hay que hacer un poquito de análisis interior y de estadística universitaria y preguntar cuántos obreros, cuántos campesinos, cuántos hombres que tienen que sudar ocho horas diarias la camisa están aquí en esta Universidad, y después de preguntarse eso hay que preguntarse también, recurriendo al autoanálisis, si este Gobierno que hoy tiene Cuba representa o no representa la voluntad del pueblo. Y si esa respuesta fuera afirmativa, si realmente este Gobierno representa la voluntad del pueblo, habría que preguntarse también: este Gobierno que representa la voluntad del pueblo en esta Universidad, ¿dónde está y qué hace? Y entonces veríamos que desgraciadamente el Gobierno que hoy representa la mayoría casi total del pueblo de Cuba no tiene voz en las universidades cubanas para dar su grito de alerta, para dar su palabra orientadora, y para expresarlo sin intermedios, la voluntad, los deseos y la sensibilidad del pueblo.

La Universidad Central de Las Villas dio un paso al frente para mejorar estas condiciones y cuando fue a realizar su forum sobre la Industrialización, recurrió, sí, a los industriales cubanos, pero recurrió al Gobierno también, nos preguntó nuestra opinión y la opinión de todos los técnicos de los organismos estatales y paraestatales, porque nosotros estamos haciendo -lo podemos decir sin jactancia- en este primer año de la Liberación, mucho más de lo que hicieron los otros gobiernos, pero además, mucho más de lo que hizo eso que pomposamente se llama la «libre empresa», y por eso como Gobierno tenemos derecho a decir que la industrialización de Cuba, que es consecuencia directa de la Reforma Agraria, se hará por y bajo la orientación del Gobierno Revolucionario, que la empresa privada tendrá, naturalmente, una parte considerable en esta etapa de crecimiento del país, pero quien sentará las pautas será el Gobierno, y lo será por méritos propios, lo será porque levantó esa bandera respondiendo quizás al impulso más íntimo de las masas, pero no respondiendo a la presión violenta de los sectores industriales del país. La industrialización y el esfuerzo que conlleva es hijo directo del Gobierno Revolucionario, por eso lo orientará y lo planificará.

De aquí han desaparecido para siempre los préstamos ruinosos del llamado Banco de Desarrollo, por ejemplo, que prestaba 16 millones a un industrial y este ponía 400 mil pesos, y estos son datos exactos, y esos 400 mil pesos no salían tampoco de su bolsillo, salían del 10 por ciento de la comisión que le daban los vendedores por la compra de las maquinarias, y ese señor que ponía 400 mil pesos cuando el Gobierno había puesto 16 millones, era el dueño absoluto de esa empresa y como deudor del Gobierno, pagaba plazos cómodos y cuando le conviniera. El Gobierno salió a la palestra y se niega a reconocer ese estado de cosas, reclama para sí esa empresa que se ha formado con el dinero del pueblo y dice bien claro que si la «libre empresa» consiste en que algunos aprovechados gocen del dinero completo de la nación cubana, este Gobierno está contra la «libre empresa», siempre que esté supeditada a una planificación estatal, y como hemos entrado ya en este escabroso terreno de la planificación, nadie más que el Gobierno Revolucionario que planifica el desarrollo industrial del país de una punta a la otra, tiene derecho a fijar las características y la cantidad de los técnicos que necesitará en un futuro para llenar las necesidades de esta nación, y por lo menos debe oírse al Gobierno Revolucionario cuando dice que necesita nada más que determinado número de abogados o de médicos, pero que necesita cinco mil ingenieros y 15 mil técnicos industriales de todo tipo, y hay que formarlos, hay que salir a buscarlos, porque es la garantía de nuestro desarrollo futuro.

Hoy estamos trabajando con todo el esfuerzo por hacer de Cuba una Cuba distinta, pero este profesor de Pedagogía que está aquí no se engaña y sabe que de profesor de Pedagogía tiene tanto como de Presidente del Banco Central, y que si tiene que realizar una u otra tarea es porque las necesidades del pueblo se lo demandan, y eso no se hace sin sufrimiento mismo para el pueblo, porque hay que aprender en cada caso, hay que trabajar aprendiendo, hay que hacer borrar al pueblo el error, porque uno está en un puesto nuevo, y no es infalible, y no nació sabiendo, y como este Profesor que está aquí fue un día médico y por imperio de las circunstancias tuvo que tomar el fusil, y se graduó después de dos años como comandante guerrillero, y se tendrá luego que graduar de Presidente de Banco o Director de Industrialización del país, o aún quizás de profesor de Pedagogía, quiere este médico, comandante, presidente y profesor de Pedagogía, que se prepare la juventud estudiosa del país, para que cada uno en el futuro inmediato, tome el puesto que le sea asignado, y lo tome sin vacilaciones y sin necesidad de aprender por el camino, pero también quiere este profesor que está aquí, hijo del pueblo, creado por el pueblo, que sea este mismo pueblo el que tenga derecho también a los beneficios de la enseñanza, que se rompan los muros de la enseñanza, que no sea la enseñanza simplemente el privilegio de los que tienen algún dinero, para poder hacer que sus hijos estudien, que la enseñanza sea el pan de todos los días del pueblo de Cuba.

Y es lógico; no se me ocurriría a mí exigir que los señores profesores o los señores alumnos actuales de la Universidad de Las Villas realizaran el milagro de hacer que las masas obreras y campesinas ingresaran en la Universidad. Se necesita un largo camino, un proceso que todos ustedes han vivido, de largos años de estudios preparatorios. Lo que sí pretendo, amparado en esta pequeña historia de revolucionario y de comandante rebelde, es que comprendan los estudiantes de hoy de la Universidad de Las Villas que el estudio no es patrimonio de nadie, y que la Casa de Estudios donde ustedes realizan sus tareas no es patrimonio de nadie, pertenece al pueblo entero de Cuba, y al pueblo se la darán o el pueblo la tomará, y quisiera, porque inicié todo este ciclo en vaivenes de mi carrera como universitario, como miembro de la clase media, como médico que tenía los mismos horizontes, las mismas aspiraciones de la juventud que tendrán ustedes, y porque he cambiado en el curso de la lucha, y porque me he convencido de la necesidad imperiosa de la Revolución y de la justicia inmensa de la causa del pueblo, por eso quisiera que ustedes, hoy dueños de la Universidad, se la dieran al pueblo. No lo digo como amenaza para que mañana no se la tomen, no; lo digo simplemente porque sería un ejemplo más de los tantos bellos ejemplos que se están dando en Cuba, que los dueños de la Universidad Central de Las Villas, los estudiantes, la dieran al pueblo a través de su Gobierno Revolucionario. Y a los señores profesores, mis colegas, tengo que decirles algo parecido: hay que pintarse de negro, de mulato, de obrero y de campesino; hay que bajar al pueblo, hay que vibrar con el pueblo, es decir, las necesidades todas de Cuba entera. Cuando esto se logre nadie habrá perdido, todos habremos ganado y Cuba podrá seguir su marcha hacia el futuro con un paso más vigoroso y no tendrá necesidad de incluir en su Claustro a este médico, comandante, presidente de Banco y hoy profesor de pedagogía que se despide de todos. (Aplausos Prolongados).

Una vez concluido el Acto hubo personajes que al salir del teatro hicieron toda clase de comentarios irónicos bromeando en torno a cómo se vería la universidad una vez pintadas sus paredes de tan extraños colores, en clara referencia a que el Che invitaba a que entre estudiantes y profesores existieran negros, mulatos, etc. Uno de ellos se dirigió a un señor llamado Jesús Jaramillo, que tenía intereses en la Ferretería La Aplanadora, de esta Ciudad, preguntándole qué clase de colores tenía y si contaba con brochas suficientes, era una muestra de la burla de aquellos señores de la reacción que en su gran mayoría abandonaron muy poco después la Universidad y el país. Concluye el Dr. Noriega Madrigal.


Casi 50 años después de aquel acto justísimo de homenaje al Che, nuestra Universidad Central Marta Abreu goza de un sólido prestigio internacional, existen entre sus alumnos y profesores personas de todas las razas así como también estudiantes procedentes de casi todos los continentes, o sea, las ideas del Che hechas realidades.

El 14 de octubre de 1997 a las 7.17 de la noche la urna que contenía los restos del Che fue expuesta al público del interior del país para rendirle postrer homenaje, precisamente, en la Sala del Concejo en donde 49 años antes se había fundado la Universidad que se honró al distinguirlo con un doctorado honoris- causa.

Arístides Rondón Velázquez

Los viejos y los nuevos

Hay una hermosa melodía que se titula Yolanda, de autor cubano, que me transportaba a un mundo ideal, al día en que nació mi primer hijo, a los días formidables en que empezó a tratar de articular la palabra Papá. Debe ser porque estoy envejeciendo que tengo esos recuerdos, o por lo que me mima y endulza la vida ese hijo agradecido, Héctor, que ya ha no es un adolescente y me dice Viejo con nostalgia, quizás porque él empieza a envejecer también.

Tanto aprecia a su viejo que está escribiendo un libro con los recuerdos de su niñez y aludiendo los nombres diversos que yo le decía, pero sobre todo se le quedó grabado uno: Godichín. Claro que es difícil que encuentre editor pero lo que escriba sí puede ser publicado. Eso es ser agradecido.

Mi padre se me fue a lo desconocido hace 20 años, tenía sólo 67, y aun yo no puedo mencionar su nombre pues es como si rompiera algo, mi madre tiene 94 años y necesita mucha más atención que la que necesitaba yo cuando tenía 2 ó 3 años, pero ahí la está recibiendo de los dos hijos que le quedan. Los Viejos lo merecemos todo si hemos aportado todo.

En Cuba, y de manera especial en la Ciudad del Che son muchos los que forman parte de la tercera edad, como dicen algunos, yo prefiero decir adulto mayor, porque, ¿qué hay después de la tercera edad?, todos recibimos esmerada atención de nuestro Estado; a veces, demasiada, pues hay ancianos que tienen descendientes y nuestro Gobierno les ofrece facilidades que debieran asegurar los hijos. Esto sucede por el Gobierno que hay en mi país.

Yo siento un respeto enorme, un cariño inmenso, una deuda de gratitud imposible de pagar hacia ciertos hombres que pasan de 75 años en mi Patria, que para mi son sagrados. ¿Por qué? Te explico.

Los que pasamos los 50 años de edad en Cuba hemos vivido casi todo el tiempo bloqueados por el gobierno imperialista de Estados Unidos de Norteamérica, privándonos de cosas tan elementales como una aspirina o de medicamentos tan imprescindibles con un citostático, pasando por todo lo demás, pero acá abajo siempre hemos sentido el apoyo de los cubanos que están allá arriba gobernando.

Si yo estuviera en desacuerdo con algo de lo que se hace en mi país lo expresaría aquí, no aprovecharía fama y demás para hacerlo fuera de los límites de mi archipiélago, que es la tierra más fermosa que ojos vieron, lo que no decimos nosotros sino lo dijo Cristóbal Colón. Aquí siempre habrá oídos receptivos, pero hacerlo fuera me parece oportunista, sea o no cierto lo que se dice, no cuestiono el contenido sino la forma. Nosotros no hemos olvidado que no vivimos en una sociedad perfecta por lo que estamos obligados a perfeccionarla sin ayuda ni consejos que no pidamos, y que en rigor, no necesitamos pedir.

Los hombres que en Cuba pasan de 75 años y son patriotas han desafiado bloqueos, amenaza nuclear, guerras de tipos diversos, huracanes colosales, amenazas de invasión e invasiones, presiones de amigos aparentes, consejos de amigos en exceso cautelosos, pandemias, etc, etc, son sagrados.

¿Cómo es posible ignorar un hombre sólo porque tenga más de 75 años?

¿Dónde quedaría nuestra ética, nuestro agradecimiento y gratitud? ¿Qué seríamos si hiciéramos eso? Pues, a mi juicio unos infames, para usar un término poético casi para el caso.

Los cubanos hemos cometido algunos errores en los últimos 50 años, lo admito, pero se aceptará que hemos acertado muchas, muchísimas más veces que las que hemos fallado. Los de abajo, los que no tenemos nombres famosos, dólares en cantidades navegables y otras cosas materiales, merecidas o no, seguimos queriendo a nuestros viejos sagrados pase lo que pase, suceda lo que suceda a los intelectuales o un obrero manual. Y por supuesto muchos que tienen dólares también porque yo no critico a quien pueda tener dólares con dignidad, critico al que, por tenerlos, se cree superior y en capacidad de sentirse portavoz.

Hay hombres cargados de años y de tantas virtudes que pudieran compartirlas hasta con enemigos o críticos desleales, y aun seguirían siendo brillantemente excepcionales.

Noto que me estoy poniendo Viejo, pero también noto que reflejo el amor como ayer afortunadamente sin traicionarme, porque vejez y amor no son incompatibles, partiendo de que José Martí escribió en el Álbum de Clemencia Gómez: La amistad no es mas que amor. Si se habla de otra cosa que no es amor necesariamente, entonces si cabe no reflejarlo como ayer. Parece obvio, entonces, que la canción con que empecé estas líneas, hoy ya no me guste tanto como ayer, o sea, hace años cuando empecé a disfrutarla y creer en ella.

Entre tanto mi homenaje a nuestros ancianos gloriosos muchos de los cuales vigilan los medios de que disponen nuestras escuelas de hoy, hacen Ciencia, Docencia etc para que Cuba siga hacia delante.

Arístides Rondón Velázquez,
Santa Clara, 29 de enero de 2009.