Estas son las vivencias de un viaje a la memoria que yo dedico a mi familia argentina y española así como a todas las personas que reconocen la grandeza del Che, especialmente a mis sobrinas y sobrino argentinos Luisina, Camilo y Olivia.
A las 7 de la mañana del día 4 de diciembre del presente salimos un grupo de guevarianos de la Ciudad del Che con destino a Caballete de Casa intrincado lugar de las serranía del Escambray en donde el Che estableció su Comandancia, derrotó una ofensiva del enemigo y creo una infraestructura admirable, en aquellas remotas y abruptas montañas… nada fácil llegar cuando se tienen 60 años pero llegué, los invito a que me acompañen.
Aproximadamente a las 12 del mediodía llegamos al municipio de Fomento pueblo que fuera tomado por el Che el 16 de diciembre de 1958 visitamos varios lugares históricos pero a mi el que mas me impresionó fue el Obelisco ubicado en la Plaza Central en el que están escritos los nombres de todos los mártires caídos durante la lucha en la localidad. Abordamos de nuevo los transportes y fuimos hasta una zona rural próxima al Pedrero lugar íntimamente ligado al inolvidable Che Guevara. Resultó impresionante observar el cuidado que reciben allí los lugares históricos, entre ellos una urna, celosamente protegida, que contiene un documento histórico que transcurridos 100 años podrá ser abierta, hecho que sucederá dentro de 50 años pues ya ha transcurrido la mitad del plazo establecido, igualmente la tarja que recuerda el lugar aproximado en el que Ernesto Guevara, Líder del Movimiento 26 de julio en Las Villas y el Comandante Faure Chomón, Líder del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, suscribieron el conocido Pacto del Pedrero el 1 de diciembre de 1958.
Llama enormemente la atención la Escuela Rural de ese pequeño poblado próximo al Pedrero que con una reducidísima matrícula de menos de 10 escolares cuenta con modernos medios como computadora (ordenador), televisor, y maestros de tres especialidades. Los niños campesinos bien vestidos y nutridos nos ofrecieron una Gala Artística sencillísima pero de una enorme carga emotivo por estar dirigida a homenajear al Che. Desde allí partimos pasado el mediodía, atravesamos el poblado el Pedrero que fuera destruido por las hordas genocidas de Fulgencio Batista luego de que las mismas fueran destrozadas por las fuerzas del Che en la ofensiva que se había iniciado el 29 de noviembre de 1958 y que justamente 50 años atrás el 4 de diciembre de 1958 había concluido con una gran victoria del Argentino. Aquellos asesinos castigaron a la población asesinando civiles e incendiándoles las casas como represalia por la ayuda que le prestaban a los revolucionarios. A partir de ahí las emociones serían permanentes.
Transitando por las estribaciones del lomerío poco después de un colosal aguacero empezamos a ascender, el carro daba verdaderos saltos al tiempo que el joven Amet, chofer muy experimentado nos tranquilizaba diciendo que él tenía muchas horas de trabajo acumulado, así llegamos a Gavilanes preguntando por Pupo, El Arriero del Che, se nos informó que nos esperaba más adelante. Allí almorzamos como le gusta a Alberto Granado y Delia su esposa, en campaña cerca de un río y bajo un árbol. Visitamos el Museo de la Columna 8 Ciro Redondo en donde se conserva perfectamente uno de los mulos que utilizó el Che en la Sierra. Fuimos atendidos por especialistas muy calificados que tienen grandes proyecciones de trabajo y un entusiasmo a toda prueba. Es el lugar histórico considerado con el fin de la Invasión dirigida por el argentino.
Un Guía nos condujo al lugar exacto en donde concluyó la Invasión que desde El Jíbaro, en la Sierra Maestra en el oriente cubano había dirigido el Argentino hasta Gavilanes en El Escambray para lo cual debió transitar con sus 131 hombres, un norteamericano incluido, 677 kilómetros para lo necesitó sólo 50 jornadas. Es imposible describir la hazaña, quizás el Che lo reflejó de manera exacta al decir que ya sus hombres eran un Ejército de Sombras. A las inclemencias del tiempo (dos huracanes) se unía la falta de prácticos, las plagas, la carencia de alimentos y medicinas. Sólo hombres así, que tuvieran un Jefe como el Che podían realizar semejante hombrada. Vamos a seguir viaje…
Luego de un recorrido de más de una hora para transitar un pequeño trecho llegamos a las estribaciones de Caballete de Casa en cuyo intrincado lugar vive desde que nació, El Arriero del Che. Algunos ya lo conocíamos. Fue una conversación íntima y emotiva que trataremos de describir pues nadie tomó nota aunque un aficionado hizo un pequeño vídeo que luego les mostraremos.
Le preguntamos ¿Por qué usted se convirtió en el Arriero del Che?
-Cuando el Che llegó aquí pidió un Práctico para que le localizara un lugar donde hubiera agua abundante y bosque, Domingo, un amigo mío salió a buscar el lugar pero no lo encontró estando el Che allí en Gavilanes Domingo le dijo que el creía que allá en Caballete de Casa, un lugar muy intrincado del que le habían hablado podía ser el lugar que el buscaba. En ese momento Che dice ¿Hay aquí algún campesino que me pueda servir de práctico para ir a Caballete de Casa? Yo dije este es mi momento y rápido le respondí: Yo puedo. Los llevé.
Poco después fui a verlo allá a Caballete de Casa para incorporarme a la Guerrilla, él me preguntó ¿Quién tiene arria de mulos por aquí? (Animales propios para trasladar cargas en lugares difíciles) yo le mencioné una persona que tenía dos arrias de mulos, él le dijo a Armando (luego Comandante Armando Acosta) toma nota y cítamelo para acá. Yo mismo llevé el papel, el hombre me preguntaba que pasaba y yo le decía, a mí sólo me mandó el Che a darte el papel. El hombre fue a ver al Che diciéndole que no podía venderle las dos arrias de mulos pero que le prestaba una de sus las dos que tenía hasta que terminara la guerra.
Ya con los 6 mulos del arria bien preparados el Che me llamó y me dijo que mi trabajo en la guerra sería ser arriero, que me encargaría de traer desde donde fuera indicado lo que se me entregara, armas, comida, medicinas, madera. Entonces me dijo desde ahora te entiendes con Ramiro. Hablé muy poco con él Che después, mi trabajo era con Ramirito (Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez). Un día me pasó cerca y me gritó que no sólo con balas se hacía la guerra. El estuvo poco aquí porque se fue a tomar otros pueblos. Después del triunfo de la Revolución yo estuve cuidando el Campamento del Che 17 años, manteniéndolo todo tal y como estaba en la guerra. Luego se llevaron muchas cosas para los museos pues allá arriba era muy difícil que se vieran, como la Planta de Radio y otras cosas, pero las casas las conservamos, ahí verás la Comandancia que bien se conserva.
Ernesto, un joven estudioso de la vida del Che, le preguntó que por que él se había quedado allí en condiciones tan difíciles, a lo que él respondió:
-Cuando se acabó la guerra a mi me querían llevar para el pueblo, pero yo lo que quería era trabajar la tierra, entonces me dieron dos caballerías de tierra y Ramirito mandó a hacerme esta casa. De aquí sólo me voy si tengo que ir a cumplir otra misión que me de Ramirito.
Le pregunté si era posible acampar allí en sus predios me dijo que sí, nos dio las facilidades que pudo e invitó a las mujeres a que durmieran en su casa, en la que reside con su nieto. Yo conocía a su esposa de otros viajes y le pregunté si estaba sólo, fue entonces que se sentó, entre tanto sus 40 admiradores permanecíamos en silencio, su voz se hizo más débil más íntima para decirme que hacía 7 meses su esposa (También colaboradora del Che) había fallecido, que la extrañaba mucho pues fue por aquellos días que se conocieron y unieron sus vidas. El hombrón de 71 años me pareció más grande.
A este pedazo de la historia de Cuba se le conoce por Pupo, cuando en realidad se nombra Ernesto Gonzalo Pino Fábregas, pero siendo un niño de 2 ó 3 años al pasarle delante a un tío este le puso la mano en la cabeza y le dijo pupito…luego ya no era pupito sino Pupo. Resulta admirable por su sencilla grandeza, no alardea de haber servido al Che, refiere que este le indicó como jefe a Ramiro, y expresa que sólo pocas veces habló con el Jefe Guerrillero.
La noche del 4 de diciembre no hubo silencio en torno a la casa de Pupo, cantamos himnos y marchas, hicimos anécdotas de la guerra…y nos preparamos para, al amanecer, subir a la Comandancia del Che. Yo subí. ¿Me acompañas?
Se trata de ascender 2 500 metros con inclinaciones espectaculares que obligan al caminante a hacer maniobras para mantener el equilibrio. Alguien me facilitó un madero que usé todo el tiempo como bastón, el terreno resbaladizo por la lluvia, el cansancio todo hacía difícil el ascenso, pero había que llegar a la Comandancia del Che. En aquellas elevaciones debimos cruzar el mismo río varias veces, tratando de impedir, casi siempre inútilmente mojarnos los pies pues los puentes son las piedras que mojadas son una trampa que producen temor a caer. En cada uno de los pasos yo tomé agua, estaba muy fría y recordaba que el Arriero del Che me había dicho:
-Agua corriente no mata gente.
Una de las razones de situar el campamento en aquellas alturas era precisamente la abundancia de agua.
Luego de caminar alrededor de 2 000 metros empezamos a encontrar instalaciones rústicas, como todas las que forman el Campamento pues fueron construidas con los materiales aportados por la naturaleza. Así llegamos al lugar donde radicaba la primera Posta, más adelante, la construcción en donde estuvo la Planta de Radio, entre otras construcciones. Sin embargo cuando llegamos al amplio Bohío que sirvió de Comandancia al Che, se apoderó de nosotros una sensación de nostalgia. Allí había estado el Che y sus más cercanos colaboradores, un hombre con un padecimiento tan traumático como asma, en medio de aquel ambiente hostil, frío, perseguido por tres batallones de soldados batistianos. Alguien dijo y pensar que no nació en Cuba. Debí interrumpir mi silencio y decir que para el mundo era el que creo la naturaleza, las parcelas en que el hombre lo ha dividido artificialmente, no convencía al Che de ser extranjero, sin ignorar que adoraba el pedacito de patria en que nació y por el que quiso luchar.
Allí a un costado de la Comandancia y su Refugio hicimos un receso y hablamos de lo que había ocurrido exactamente 50 años antes el 5 de diciembre de 1958 en que el Che fue herido y que con esa ecuanimidad tan poco común y respaldado por su condición de médico se dio por muerto a sí mismo y empezó a esperar la muerte recordando un cuento de Jack London. Ismary Fernández, Especialista Principal del Complejo Escultórico memorial Ernesto Guevara, y quien escribe estas líneas explicamos a los expedicionarios la difícil situación política encontrada por el Che en el Escambray en donde había varios grupos luchando contra Batista. Es imprescindible destacar que en esos días brilló el Che como negociador pacífico con los otros grupos, uno de los cuales no se le unió, sólo uno. En esa Comandancia sucedieron muchas cosas que sin duda ningún cronista tuvo tiempo de recoger en medio de la guerra.
Desde la Comandancia seguimos ascendiendo, hay otras construcciones subir se tornaba difícil, debí recibir ayuda de una joven para ascender 4 ó 5 metros empinadísimos y llegué a la cima a lo más alto.
Allí en medio de la bruma era imposible ver el resto de las montañas, para mí fue un regalo al Che, al que nunca le pagaremos todo lo que hizo por la humanidad, un homenaje, una prueba. Sentado sobre una gran roca descansé, tome agua, un traguito pequeño de Ron que me supo a Cuba Libre, y me sentí motivado a escribir estas notas sin ser escritor, igual que me había atrevido a ascender hasta aquel santuario revolucionario sin ser guerrillero, logré llegar porque el Che me impulsaba, si no llegaba a la cima ¿Cómo iba a volver a Santa Clara en donde nos espera siempre el Che?
Lic.Arístides Rondón Velázquez
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